jueves, 7 de mayo de 2015

¿Cómo surge la necesidad de llevar a cabo planes de seguridad?





La seguridad es un tema al que el hombre se ha visto obligado a atender desde tiempos inmemoriales. El ser humano planea su seguridad de acuerdo con el riesgo que está detectando en un momento específico. Probablemente el hombre primitivo no sabía "futurear", pero sí percibía el riesgo que podía correr en determinada circunstancia y planeaba la manera de combatirlo para defenderse.


Con frecuencia nos hacemos preguntas como estas: ¿Puedo perder un bien, me puedo morir, me puedo caer, lastimar, me puedo extraviar?; y ¿Qué puedo hacer?, ¿Cuáles son los pros y contras de correr, huir, abstenerme de hacer el acto que tengo pensado e implica causas de riesgo?, ¿Dónde y cómo es más probable que ocurra la amenaza que puede afectarme de alguna manera en mi persona, mis bienes, mi familia, mi patrimonio?

En fin, hay miles de situaciones y ejemplos que aplican a cualquier forma de vulnerabilidad a las que están expuestos las personas, las cosas y bienes en general, las empresas y sus productos, sus marcas, y asimismo cualquier nación. En ese sentido y ante cualquier amenaza, surge la necesidad de llevar a cabo planes de seguridad.

¿Cuáles son los pasos para llevar a cabo un plan de seguridad?

Analizar y detectar las amenazas a modo de un "catálogo" de riesgos en función del perfil de vida y el grado de vulnerabilidad de cada quien, así como el probable impacto sobre la persona y sus seres queridos y bienes. Sobre la base del análisis, establecer y decidir las acciones y medidas más pertinentes para disminuir las consecuencias de los riesgos: ¿Los asumo, los disminuyo, los transfiero, los evito? Un riesgo solo debe asumirse cuando se tiene valorado que su impacto sea mínimo para la persona, física o moral, en caso de materializarse, de lo contrario es mejor transferirlo o evitarlo.

Si bien es importante, todo manual de seguridad en plena emergencia pasará a segundo plano si el personal no lo conoce y no ha sido capacitado. No hay un manual que diga, por ejemplo, cómo atravesar una calle, al final es el instinto el que va a guiar la reacción. Por otra parte, aunque parezca contradictorio y absurdo, en las empresas, los manuales de seguridad son guardados y con acceso reservado.

Yo propongo doce reglas para la supervivencia y disminución de los probables daños de los riesgos, reglas que son fáciles de transmitir a empleados o familiares.
1.      Piensa y enlista a que riesgos estás expuesto en tu persona, en las personas de tu familia y empleados, en la de tus bienes y en las actividades cotidianas que desarrollen, de acuerdo a tu perfil económico, social, profesional, entorno en el que viven y en el que se desenvuelven.
2.      Determina la probabilidad de que esos riesgos se materialicen con base en la incidencia delictiva o por fenómenos naturales.
3.      Valora esos riesgos y determina cual sería su impacto en caso de materializarse.
4.      Planea el tratamiento que deberás dar a cada uno de los riesgos a que estás expuesto.
5.      Prevé, lo necesario para evitar los de mayor impacto.
6.      Si no los puedes evitar transfiérelos a la persona, servicio o institución que tenga la capacidad para subsanarlos (seguro médico, seguro contra accidentes, contra secuestros, contra robo, incendio, etc.).
7.      Asume sólo los de menor impacto
8.      Establece las medidas para que los de menor impacto disminuyan su probabilidad de materializarse.
9.      Informa a quienes corresponda, respecto de las medidas aplicadas y su uso en caso de emergencia.
10. Aplica periódicamente simulacros de emergencia.
11. Evalúa la reacción de las personas ante la presencia de una amenaza o riesgo en proceso.
12. Corrige las fallas que detectes.

Desafortunadamente en nuestro país, la prevención no es parte de la cultura empresarial y ya no digamos parte de la educación de las personas, o la prevención es difícil de llevar a efecto por varias razones o pretextos: no se cuenta con el dinero para comprar el seguro, se deja el mantenimiento de los focos de riesgo para "mejor ocasión", etc. Por ello empresas y personas terminan actuando, reaccionando después de que se presenta el daño: compran el seguro contra incendios luego que se quemó la industria o la casa, o bien, arreglan el escalón defectuoso donde se tropezó el familiar o empleado.

¿Qué se puede recomendar a cualquier persona, para sensibilizarla, para capacitar al recurso humano y hacerlo consciente de la necesidad de saber cómo actuar en caso de cualquier emergencia o riesgo, dígase desastre, accidente o delito?
Recomiendo hacer un adiestramiento mediante pláticas abiertas, con amplios y abundantes ejemplos, sobre el análisis natural de los riesgos que cada cual corre en determinada circunstancia y, conforme al ambiente en que se desenvuelve y el perfil que lo caracteriza.

Para tener una mayor claridad, es preciso pensar en tres tiempos, en ocasiones casi simultáneos, respecto de lo qué se puede o debe hacer:
Antes de una amenaza o emergencia:
La prevención. Determinar las medidas precautorias para adelantarse al o los riesgos probables, latentes y que permitan evitar así, que el riesgo o amenaza ocurra o que se presente.

Durante una emergencia:
Está ocurriendo el riesgo o amenaza. Aquí aplican las reglas mencionadas, para sensibilizar, estar atento a lo que puede hacerse a modo de reacción oportuna, pertinente según el tipo de riesgo o amenaza manifiesta.

Después de una emergencia:
Ya se materializó el riesgo o amenaza. Ahora se trata de reparar el daño en la medida de lo posible, sin perder de vista, de nuevo, las 12 reglas elementales. Se puede hacer la denuncia correspondiente, perseguir al asaltante, practicar los primeros auxilios, solicitar ayuda, efectuar el rescate, recoger los escombros, acudir a un psicólogo o médico, investigar mediante peritos las causas, ofrecer disculpas, pagar los costos, hacer nada y/o aprender la lección para que no vuelva a suceder el hecho, entre muchas cosas más.

Este tiempo es muy importante y delicado, porque de las decisiones y actitudes que aquí se tomen, si se toman de manera equivocada, inoportuna o poco precavida, pueden repercutir de forma negativa, agravando futuros riesgos similares o las consecuencias del recientemente experimentado, ampliándolo y, esto sucede con mayor frecuencia de lo que podría esperarse.

Así pues, en resumen, un plan de seguridad abarca todo, desde la prevención a las probables soluciones y reacciones; la revisión de las instalaciones, platicar con los trabajadores o la familia, examinar los riesgos que individualmente y en conjunto están corriendo de acuerdo con la posición, el nivel económico, social y/o político.

La información a transmitir debe ser cuidada, no puede tampoco difundirse de manera alarmista e innecesaria, porque puede resultar contraproducente e incidir de peor manera en la seguridad de los bienes y las personas.

Fuente:          
Abog. Raúl Yanko Montaño Vázquez







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